Kirian IX – Parte I

Todo ocurrió hace unas horas atrás, cuando ellos estaban esperando las instrucciones del almirante Nathans. Sadie estaba en su oficina, escribiendo su reporte del día mientras tomaba su usual taza de café. Después de una larga pausa mientras decidía qué palabras utilizaría, el timbre de su recámara sonó.

-Entre – indicó la capitana. Cuando la puerta se abrió, su primera oficial apareció -. Ah Bast, ¡buenos días!

-Te despertaste de buen humor hoy, Sadie – dijo la comandante.

-¿Qué puedo decir? Mauro me contó que lo contrataron – replicó Sadie con una sonrisa radiante -. Por favor, siéntate.

-¿De veras? ¿Dónde? – preguntó Bast después que se sentó en un sillón.

-Una compañía llamada… Rian Enterprises.

-He escuchado de ellos – la primera oficial abrió sus ojos amarillos de la sorpresa -. Tu novio de veras que es bien inteligente. Ellos solamente contratan unos cuantos por año.

-Él se la pasa mucho tiempo delante de una computadora, escribiendo código en el teclado – su voz, ahora en vez de estar feliz, cargaba tristeza. Pero ella tenía que pensar positivo; era gracias a su amor a las computadoras que su novio obtuvo el trabajo que deseaba -. Pero cambiemos el tema. ¿En qué te puedo ayudar?

La expresión de Bast cambió de inmediato, incomodando un poco a Sadie -. El almirante Nathans se contactó con nosotros.

Como su amiga, la sonrisa en el rostro de Sadie desapareció en el acto. Casi de inmediato, sus ojos verdes mostraron el gran desdén que sentía hacia su jefe.

-Qué raro que no se haya comunicado directamente conmigo – gruñó la capitana.

-Solamente envió nuestras siguientes órdenes. El almirante indicó que debemos dirigirnos a Kirian IX. Aparentemente, un linox fue encontrado en la superficie y mató unos guardias. Lo interesante es que el Linox se entregó a las autoridades – Sadie arqueó sus cejas -. De suerte, tenemos oficiales en la colonia, de otra, habrían matado… digo, destruido la máquina. La misión es investigar lo que ocurrió e intentar regresar el linox a su región.

Sadie parpadeó varias veces. Todavía había algo que no cuadraba -. ¿Por qué diablos hay un linox en Urlania?

Bast simplemente se encogió de hombros -. Ni la menor idea. Pero debemos investigar esto. Y evitar un desenlace que todos lamentemos.

-Está bien. Comandante Cortez – Sadie utilizó su hololog para comunicarse con su segundo oficial. Pronto, el rostro del hombre apareció en la pantalla holográfica -, nos dirigimos a Kirian IX. Ya sabe qué hacer.

-Sí, señora.

Al desaparecer, Sadie colocó su mano derecha sobre su hombro izquierdo y empezó a frotarlo.

-¿Ocurre algo? – preguntó Bast al ver la expresión de dolor de su amiga.

-No dormí bien. No te preocupes, desaparecerá dentro de un rato.

-Si continúa, visita al doctor Lim – Bast se levantó -. Buena suerte con tu reporte. Yo, mientras tanto, necesito decidir qué alférez promover al puente. Diablos, ellos de verdad que joden.

-Cuida tu vocabulario – le advirtió Sadie.

-Pero sí es verdad. Mira que se la pasan adulándome en vez de demostrarme por qué merecen la promoción.

-Sí… buena suerte con eso – Sadie estaba complacida que no debía hacer eso de nuevo.

-Gracias por sus palabras de apoyo, capitana – Bast guiñó el ojo para después salir del cuarto.

Y fue esa la razón por la que la Minya se estaba dirigiendo a Kirian IX. Desde que Bast le dijo eso a su capitana, ella ha estado investigando hallazgos de linoxes en Urlania, pero no ha obtenido la información que deseaba. Las pocas veces que han aparecido siempre era en delegaciones para reunirse con las autoridades de la AIGPL. Pero casos así eran completamente insólitos. Al apagar la pantalla holográfica de su puesto, Sadie se quedó mirando el visor del puente. La curiosidad la estaba matando; quería saber qué diablos estaba tramando el linox.

Cuando estaban llegando a su destino, Bast salió de uno de los elevadores. Ella inmediatamente se dirigió a su puesto, completamente exhausta.

-¿Ya elegiste a uno? – le preguntó Sadie a su amiga después que ella activó la pantalla de su puesto.

-Casi. Solo quedan dos candidatos… Quizás debería utilizar el cuarto holográfico para recrear una arena y que peleen hasta la muerte por la posición – si Bast esperaba que Sadie se riera, ella se equivocó. La mirada silenciosa logró que la primera oficial se estremeciera -. Sabe señora, usted no debe tomarse todo en serio; era una broma.

-No me estoy riendo – replicó Sadie fríamente -. ¿Arenas? Eso es bárbaro. Solamente nuestros ancestros pensarían en algo tan estúpido como eso.

-Vamos, déjalo pasar. He estado bien estresada… Espera un segundo, tú fuiste una primera oficial también – Sadie viró sus ojos. Hasta que por fin lo recordó -. ¿Cómo lidiaste con ellos cuando eras la XO del Lexington?

-Fácil: que me dejaran de molestar y entonces los tomaba en consideración – replicó Sadie en un tono suave. Después ella se rascó la cabeza -. Esos lamebotas dejaron de halagarme de inmediato – Sadie ahora lanzó un suspiro para después ver a su amiga -. Siempre he dicho que eres muy suave Bast. Tienes que ser más dura, más… firme. Recuerda, ellos son nuestros compañeros, pero eso no significa que no debamos ser estrictos con ellos. Como sus superiores, debemos ser quienes los guiamos para convertirse en mejores personas.

-Lo sé, pero… Me preocupa que lastimemos sus sentimientos.

-Meh, ¿a quién le importa? Honestidad es más importante que endulzar palabras.

Bast lanzó una carcajada -. Nunca esperé eso de ti. De hecho, la respeto más que antes, señora. Especialmente porque usted es considerada una de las mejores diplomáticas que tiene la alianza humana.

-Capitana, pronto saldremos del hiperespacio – informó el alférez Jackson. Sadie le dijo a su amiga que seguirían platicando después. A los segundos, en la pantalla apareció el planeta que iban a aterrizar.

-La presidenta Nuvia desea comunicarse con nosotros – indicó casi de inmediato la teniente Patel.

-¡Oh! Nunca esperé que fuese tan rápido. Abra el canal de comunicación, señorita Patel – delante de Sadie empezó a materializarse una figura humanoide transparente. Pronto, esta se volvió una humana. Como la capitana se lo esperó, la líder de Kirian IX no estaba complacida de verlos.

-Soy la capitana Sadie Carter de la UHA Minya. Requerimos permiso para anclar en uno de sus puertos espaciales.

-¿Han venido para destruir al linox? – demandó la mujer fríamente.

-Eso depende de lo que revelen las investigaciones.

La mujer levantó sus cejas y su rostro palideció levemente. Ella no replicó de inmediato. Después, ella presionó unos botones de su pantalla holográfica.

-Se les ha concedido permiso para anclar en el muelle cuatro. Capitana, espéreme en la plataforma cuando salga de su nave – la figura de la presidenta Nuvia desapareció de la pantalla. Sadie de inmediato le ordenó a Paredes que siguiera las coordenadas que recibieron. El hombre asintió y de inmediato empezó a mover la nave a su destino.

-¿Necesita que prepare un equipo? – preguntó una voz masculina. Sadie se volteó a su izquierda para ver al jefe de seguridad, el teniente Anatoly Petrovski.

-Gracias por la oferta teniente, pero no será necesaria debido que el linox está encarcelado. Y siendo sincera, siento que la presencia del equipo pueda perjudicar el diálogo.

-Entendido – y dicho eso, el hombre regresó a su puesto.

-Todavía estoy sorprendida de que le hayas dado a Anatoly esa posición – le susurró Basta a su amiga -. ¿No crees que fue algo prematuro?

La única respuesta que consiguió fue silencio. Sadie estaba cansada de ser criticada por su decisión de promover a Anatoly a jefe de seguridad. Ella sabía exactamente por qué lo hizo, y a pesar de que estaba de acuerdo que Anatoly era joven, él al menos tenía el rango para tomar esa posición.

-Y después te quejas de que Mina Cloud es la capitana del Amiens.

Cuando Sadie escuchó ese nombre, su rostro se ensombreció. De inmediato fulminó a Bast; esto no fue suficiente para que la comandante se encogiera -. ¿Qué? ¿Molesta porque soy sincera con usted, señora?

-No mencione ese nombre delante de mí de nuevo, comandante – gruñó la capitana.

-Supongo que debo enseñarle el significado de hipocresía – Sadie cruzó sus brazos y se quedó mirando el visor. Aun así, ella sabía que su amiga estaba en lo correcto, pero no quería admitirlo. Pero comparar a Anatoly con Cloud… Solo con pensar en eso lograba que la sangre de Sadie hirviera de la rabia. Era insultante. Anatoly no tuvo que rogarle a un almirante para que lo promovieran a teniente. A diferencia de Cloud, que hizo trampa; utilizando la relación de su padre con Coyote para que éste la promoviera a capitana antes de fallecer. Ella tuvo su primer puesto como oficial comandante antes de graduarse de la Academia Militar de Gunras. ¡Era absurdo! Un insulto a todos los capitanes que tuvieron que trabajar duro para obtener sus propias naves, y también para las personas que han intentado y no han logrado obtener el rango de capitán. Lo peor de todo fue que recibió el Amiens, la primera Centaur N-J7 en toda la flota.

-Ser la hija de un héroe de veras tiene sus beneficios – murmuró Sadie.

-De veras capitana, mírese en el espejo antes de hablar.

-¿A qué te refieres? – Sadie tuvo que controlarse para no levantar el tono de su voz. Bast simplemente viró sus ojos.

Debido que estuvo distraída, la capitana no notó que ellos por fin entraron al planeta violeta. En el visor las nubes desaparecieron y fueron reemplazadas por la superficie. Por estar en los límites del sistema, Kirian IX era bien parecido a Ryuu V: un planeta congelado, con tundras, icebergs, montañas congeladas… Sadie se hizo una nota mental que necesitaría ropa abrigada al salir de la nave.

Uno pensaría por qué había colonias humanas en un planeta tan alejado, pero la respuesta era obvia: había muchos recursos naturales dentro de la superficie, y los humanos querían extraerlos. Sadie tenía entendido que fue duro obtener el permiso del Senado Galáctico, pero tras varios meses de fuerte presión, ambas cámaras del senado aprobaron la moción para permitir que los humanos establecieran colonias en el planeta. Sin embargo, había unas condiciones, como permitir que algunas serakiam los observaran para asegurarse que no le hicieran daño al ecosistema del planeta.

Pronto, a través del visor pudieron ver dos torres grandes. Los sistemas de inmediato las reconocieron como los puertos espaciales de Kirian IX. Debajo de estas, en un cráter, se encontraba la capital de Kirian IX.

-Qué lugar más horrible para vivir – comentó el alférez Jackson con aprensión en su voz. Varios de sus compañeros estaban de acuerdo con él, incluyendo Sadie.

Cuando se acercaron pudieron ver más a fondo el cráter. Debajo de ellos se podían ver varios edificios y calles estrechas, donde se podían observar algunos vehículos movilizarse. La gran mayoría eran camiones que cargaban cajas metálicas.

El señor Paredes se dirigió a uno de los muelles de la estructura verde azulado. Al acercarse a la plataforma metálica, cuatro abrazaderas de acoplamiento empezaron a extenderse hasta que se sujetaron a la nave. Cuando tocaron la Minya, una breve vibración se sintió. Posterior a eso, una pasarle se conectó a la entrada de la nave.

-Anclaje completo – informó Jackson.

-Otro viaje feliz – concluyó la capitana. Al levantarse de su puesto, ella se dirigió a Patel -. ¿Puede acompañarme? Es posible que linox no me entienda.

Ella hizo una mueca leve, pero fue por una milésima de segundos. Después se levantó -. Claro señora.

Otra persona también se levantó de su asiento, sorprendiendo un poco a Sadie -. Señora, ¿puedo acompañarla también?

-Seguro, pero ¿por qué tanto interés, alférez?

Su rostro se volvió tan rojo como un tomate -. Deseo… aprender más… acerca del planeta – balbuceó.

-Ya veo. Está bien, con tal que siga órdenes, puede venir.

A pesar de que seguía avergonzado, el rostro del muchacho se iluminó. Una sonrisa llena de excitación pronto se dibujó en su rostro -. Bast, el puente es suyo – dijo Sadie cuando ella y los otros dos entraron a uno de los elevadores.

Minutos más tarde, el equipo, aun utilizando chaquetas, guantes y bufandas, estaba tiritando por las bajas temperaturas del planeta. En especial Patel, que estaba constantemente soplando sus manos y después frotándolas.

-¿No puede soportar bajas temperaturas? – le preguntó Sadie con curiosidad.

-No señora. Absolutamente las detesto.

-Si desea, puede regresar a la nave. Jackson y yo…

-No, yo estaré con ustedes.

Las puertas de la plataforma se abrieron, dejando aparecer cinco humanos, estando la presidenta Nuvia en el medio. Los otros cuatros estaban armados y portaban armaduras de combate. Sadie frunció el ceño.

-¿Está esperando invitados no deseados, presidenta? – le preguntó Sadie cuando se acercó a la mujer. La capitana levantó su mano para estrechar la de ella, pero la líder de Kirian IX no la tomó.

-Hay que ser precavidos. No sabemos si hay otros linoxes que estén planeando atacarnos.

-Los sistemas de la Minya no detectaros otras naves – comentó Jackson.

La presidenta no se veía tan segura. Después de observar el cielo y los alrededores, le dijo a Sadie y los demás que la siguieran. Después que las puertas se cerraron, la temperatura incrementó un poco, pero todavía seguía baja. Al menos ya no estaban temblando por el frío.

-La cosa es, no podemos permitir que el linox salga de aquí intacto – empezó Nuvia mientras caminaban hacia el elevador -. Mató al menos cuatro guardias y un civil. Demandamos justicia.

-Puedo entender su rabia – dijo Sadie, intentando ser empática. Pero en realidad no podía hasta cuando conociera lo que ocurrió -. Pero no podemos…

-No, usted no la entiende. No sea hipócrita conmigo, capitana – esas palabras causaron que Sadie se sobresaltara. En los ojos verdes de Nuvia se podía ver un gran odio. Era tan fuerte que incomodaba en gran medida a Sadie. La furia pronto desapareció de los ojos de la presidenta, siendo reemplazada por tristeza -. Lo siento. Olvídelo.

Mientras el elevador bajaba, Sadie intentó conocer más, pero la presidenta se rehusó a responder -. Espere hasta cuando pueda empezar con su investigación – dijo ella. Sadie pronto desistió. La capitana se sentía cohibida por alguna razón; desde que fue promovida hace tres años, ella nunca se había encontrado con una delegación que la tratara de esa manera tan hostil, como si ella fuese sus enemigos. Podía aceptar si Kirian IX no era miembro de la Alianza Humana de Gunras, pero lo era. Ellos de veras deben odiar que no les permitamos destruir al linox, pensó Sadie con amargura cuando salió del elevador.

Originalmente, Sadie pensó que ellos tomarían un vehículo para dirigirse hacia donde el linox estaba encarcelado, pero pronto se enteró que el prisionero estaba en el puerto espacial. Las autoridades construyeron celdas en el sótano del edificio. Cuando las puertas se abrieron, ellos vieron un puesto de seguridad y muchos más guardias. Antes de pasar, Sadie y sus compañeros tuvieron que ser revisados por los soldados para asegurarse de que no portaran armas. Después que les dieron el pase, la presidenta Nuvia los llevó al lugar donde estaba el linox.

Su siguiente destino fue un pasillo donde se podían ver celdas a los lados. Sadie no pudo evitar mostrar disgusto al ver las condiciones en que estaban viviendo esos prisioneros. Celdas con las paredes sucias, al igual que el suelo. Cada una solamente tenía un inodoro y una banca de piedra. Lo peor era que en cada celda había por lo menos tres personas, todas completamente andrajosas y famélicas, sin ropas que los protegiera del frío. Eso era inhumano. Justo cuando Sadie iba a abrir la boca para demandar una explicación, Patel tocó el hombro de su superiora y con la mirada le indicó que no lo hiciera. Sadie de inmediato entró en razón: si ellos ya estaban mirándolos con desdén y se mostraban reacios en ayudarlos, mencionar eso era básicamente cerrar por completo sus puertas. Como leyendo sus pensamientos, la presidenta Nuvia habló.

-Capitana Carter, sé lo que está pasando por su mente. Le recomiendo que no esté husmeando en lo que no le incumba. ¿Capiché?

Esas palabras lograron molestar más a Sadie.

-No tomo de buen grado que me amenacen, presidenta – replicó Sadie fríamente. Cualquier rastro de amabilidad desapareció por completo.

-No lo tome de esa manera; tómelo como una advertencia.

Sadie decidió no seguir la corriente. Al final del pasillo, ellos vieron otra puerta. Al pasar por ella, entraron a otra habitación donde solamente había una celda. A diferencia de las otras, varios guardias, completamente armados y con trajes de combate, estaban resguardándola. En el centro se podía ver un cubo donde, detrás de la barrera de energía, se podía ver una máquina sentada en la única banca. Esa era la primera vez que veía un linox, pero Sadie lo reconoció de inmediato. Lo primero que pasó por la mente de la capitana era que el linox, a pesar de que era claramente humanoide, no se parecía a un humano en lo más mínimo. Sus pies le faltaban dedos, sus manos solamente tenían cuatro dedos, algunos de sus circuitos se podían ver en lo que suponía era el abdomen; sus ojos eran grandes y de color azul, y en su rostro no se podía ver expresión alguna. La máquina logró incomodar a Sadie por alguna razón.

-Aquí está su querido linox – anunció la presidenta fríamente. La máquina levantó su cabeza para ver a sus invitados -. Realicen sus investigaciones, y rápido. Quiero que la justicia se imparta pronto. Cabo Chung – uno de los soldados que resguardaba al linox se acercó a ella -, ayude a la capitana en lo que ella requiera. Si es necesario, contácteme.

-Sí, presidenta.

-Espero que ese deseo altruista de coexistir con las otras especies no la ciegue, Carter – dijo la mujer lentamente. Sin esperar a que Sadie le dijera algo, ella se fue con su guardia personal. Antes de irse, la capitana observó el cabello caoba de la mujer. A pesar de que Sadie era una capitana de la flota, eso no le importó para dejar en claro que estaba en desacuerdo por la presencia de la Minya y su tripulación. Sadie esperaba que después que terminara su misión en el planeta, no tuviese que verla de nuevo. Que las autoridades se encargaran por el trato inhumano a los prisioneros en ese planeta.

Cuando las puertas se cerraron, Sadie se aproximó a la barrera que la separaba a ella del linox.

-Humana – Sadie se sorprendió al ver que la máquina hablaba su idioma sin problema alguno -. Femenina. Altura: un metro con sesenta y dos. Peso…

Sadie de inmediato interrumpió la voz mecánica. En cierta forma le recordaba a la computadora del Minya.

-Es suficiente. Soy la capitana Sadie Carter de la UHA Minya. Mis compañeros son la teniente Jazmín Patel y el alférez Leonard Jackson – ambos movieron levemente la cabeza cuando Sadie los presentó -. ¿Y usted es?

-Esta unidad no tiene nombre – replicó el linox con la misma voz monótona.

-Vamos, eso no lo creo. Usted debe tener uno.

-No tenemos. ¿Podemos ayudarla en algo?

Sadie frunció, pero decidió no seguir insistiendo. Había asuntos más importantes que conocer en vez de saber cómo se llamaba el linox. La capitana se rascó la cabeza, preguntándose si la misión sería más difícil de lo que se imaginó originalmente. A diferencia de la presidenta Nuvia, Sadie no podía sentir nada provenir del linox. Odio, amabilidad, respeto… Nada. Para empeorar la situación, su rostro sin expresión le dificultaba a Sadie leer sus pensamientos. Lidiar con los linoxes iba a ser duro.

-Usted ha sido acusado de matar personas en este planeta. ¿Es eso cierto? – le preguntó Patel, que decidió ayudar a su capitana.

-Sí, es cierto. Matamos cuatro personas: tres machos y una hembra. La hembra era una adolescente – a Sadie no le gustaba mucho que utilizara esos términos para referirse a las víctimas.

-Ve, por eso no entiendo por qué están perdiendo el tiempo – dijo el cabo Chung con una expresión arrogante -. El linox lo admitió. Esa es razón más que suficiente para sentenciarlo.

Ciertamente, el linox reconoció que asesinó personas. Sin embargo, Sadie no podía condenarlo tan rápido. Necesitaba saber por qué lo hizo. Patel compartía el mismo sentimiento debido que le preguntó al linox sus razones.

-Intentamos defendernos – replicó lentamente -. Nos encontraron cuando intentamos entrar una de las minas. Desgraciadamente, cuando nos defendíamos, uno de los disparos de energía impactó el vehículo que transportaba a la humana adolescente. Lamentamos profundamente su pérdida.

-Mentiras – gruñó Chung. Como su líder, los ojos negros del cabo estaban llenos de odio -. Tenemos pruebas que nos atacaste cuando te descubrieron.

-Las grabaciones de las cámaras nos podrán ayudar – comentó Jackson.

Normalmente, eso sería cierto. Pero Sadie no podía descartar que los videos hayan sido alterados para incriminar al linox. Considerando cómo lo odiaban, ellos harían lo que fuese para destruirlo. De eso ella estaba segura.

-Ah, los oficiales por fin llegaron – las puertas de la prisión se abrieron, dejando entrar una serakiam a la habitación. Sadie alzó sus cejas al ver la nueva visitante aproximarse a ella -. ¡Por fin! Estaba esperando esto.

-Doctora Naoli, ¿qué hace aquí? – demandó Chung. Como con el linox, él no pudo ocultar el gran desdén que sentía hacia ella -. Le dijimos.

-Cállese, Yeon-seok – replicó la serakiam. Después ella tomó con sus manos azules las manos de Sadie -. Capitana Sadie Carter, prométame que nada malo le pasará a JK.

-¿JK?

-La doctora Rakia’Naoli nos llama JK debido que el número de esta unidad es JK-29 – explicó el linox.

-¿Qué puede decirme, doctora? – preguntó Sadie.

-No niego que JK le quitó la vida a los guardias y la adolescente, pero fue porque estaba intentando defenderse. JK admitió que lamenta sus muertes, y si él pudiera, ayudaría a las familias, especialmente de la adolescente.

Sadie ojeó al linox. Aun no mostrando sentimientos—asumiendo que tuviese—ella sentía que JK de veras lamentaba lo que hizo. Pero la palabra de JK y Naoli no eran suficiente para proteger al linox. Sadie necesitaba más pruebas antes de que pudiese dar su veredicto.

-¿Dónde sugiere que podamos empezar nuestras investigaciones? – le preguntó Sadie a la doctora. El cabo Chung se molestó.

-Capitana, me dieron las órdenes de asistirle en su investigación – dijo el hombre en voz alta.

-Claro cabo; de hecho, su presencia es necesaria. Pero creo que la doctora Naoli nos será de gran ayuda.

El hombre simplemente viró sus ojos, pero no dijo nada.

-¡Gracias capitana! – Naoli se veía tan feliz que era un poco contagioso. Sadie no pudo evitar sentirse complacida al ver a la serakiam tan feliz. Ahora que la observaba con mayor detenimiento, la capitana se preguntó qué edad tenía la doctora. Las serakiam usualmente vivían entre doscientos a trescientos años, por eso envejecían más lento que los humanos. Sin embargo, su rostro tenía varias arrugas, y aun sonriendo, se notaba que estaba bien cansada. Era también bien delgada, aunque eso parecía ser algo que todos los habitantes de Kirian IX compartían. Considerando el planeta en que vivían, eso no le sorprendía a Sadie en lo más mínimo.

Ignorando el hecho de que tenían tentáculos en su nuca en vez de cabello, y sus pieles eran usualmente azules o verdes, o alguna combinación de esos dos colores, las serakiam eran bien parecidas a los humanos. Otro aspecto interesante de las serakiam era que la gran mayoría eran mujeres. Según estadísticas, uno de cada cien serakiam era hombre.

El primer paso para desentrañar lo que ocurrió era ver las grabaciones. Después de prometerle a JK que investigaría hasta la raíz lo que ocurrió, Sadie y sus compañeros siguieron a Chung y la doctora Naoli a una habitación parcialmente iluminada con varias pantallas tradicionales. Sadie se sorprendió al ver que no solamente se veía imágenes de las inmediaciones del puerto espacial, sino de otros puntos en la ciudad, incluyendo varias minas. Naoli confirmó las sospechas de Sadie: ellos tenían toda la capital vigilada. Y ese no era el único lugar donde se veía lo que ocurría en Kirian IX.

-Debe aprender a guardar silencio – le espetó Chung.

Naoli ignoró al cabo para después acercarse a una de las mesas que se hallaban en el medio. Ella después activó una de las pantallas holográficas para mostrarle a Sadie y los demás lo que ocurrió.

-Activar grabación uno – le ordenó la doctora a la computadora.

En la pantalla, la imagen de un puesto de seguridad se podía ver. Varios guardias estaban estacionados allí, asegurándose de resguardar la barrera de energía que actuaba como entrada y salida del muro que cubría todo el lugar. Mientras observaba la imagen, Sadie pudo ver una figura moviéndose entre las sombras. De inmediato la reconoció como el linox. JK se estaba moviendo lento, procurando evitar ser detectado. Sadie colocó su mano en su barbilla, observando todo cuidadosamente. Cuando el linox se aproximó al muro, la máquina colocó sus manos hacia adelante y una tenue luz se pudo ver.

-Estaba intentando debilitar la estructura – explicó Chung.

Y por eso fue descubierto. Mientras estaba intentando protegerse del frío, un hombre sacó un cigarrillo de su bolsillo y se dirigió justamente hacia donde estaba JK. El linox dejó de debilitar el muro al percatarse del hombre, y se quedó inmóvil. Eso no fue suficiente para que no lo descubrieran. Cuando el hombre prendió el encendedor, las llamas eliminaron las sombras, permitiendo al guardia darse cuenta de la presencia del linox. Por unos segundos el guardia se quedó petrificado, mirando al linox. Al salir de la sorpresa, éste intentó dar la voz de alerta; sin embargo, antes de poder hacerlo, el linox lo golpeó. Sadie parpadeó varias veces mientras intentaba entender lo que vio. ¿Por qué hizo eso? Por obvias razones, los otros guardias se volvieron hostiles de inmediato al ver a su compañero salir volando en el aire. Y una pelea empezó, donde varios disparos de energía se podían ver. Antes de que algunos de ellos pudiesen reaccionar, tres guardias fueron impactados de lleno por los disparos del linox, matándolos en el acto.

-Eso no explica la adolescente – murmuró Sadie.

-Activar grabación dos.

El puesto de seguridad fue reemplazado por algunos edificios, siendo todos ellos hogares. La puerta de la casa del medio se abrió, y una muchacha bien abrigada apareció. Tres vehículos negros podían verse en la calle, y al menos como diez a veinte hombres y mujeres armados con trajes negros. De repente, dos de ellos agarraron los brazos de la muchacha y la llevaron a uno de los vehículos, mientras que los otros activaron sus armas. Aun estando distante, Sadie pudo escuchar el sonido de disparos. Los guardias se resguardaron detrás de los vehículos o muros, mientras que algunos gritaban a los civiles que no salieran de sus hogares. Mientras tanto, el vehículo donde estaba la muchacha arrancó y empezó a moverse. Antes de que pudiese irse, varios disparos verdes lo impactaron, causando que el vehículo se estrellara con una pared. Fuego pronto empezó a emanar del vehículo negro, y el humo lo cubrió. Mientras los guardias seguían disparando, algunos salieron corriendo hacia el vehículo. Sadie pudo ver a través del humo que una persona logró salir, pero desgraciadamente, no era la muchacha. Era obvio lo que ocurrió.

-Esa era la hija de la presidenta, Kira – indicó el cabo Chung.

El rostro de Sadie palideció por completo. Eso explicaba el odio de la presidenta Nuvia, y por qué lo deseaba muerto.

-Lo lamento – dijo el alférez con tristeza en su voz.

Sadie recordó que Jackson también era joven. ¿Qué estaba pensando en aquellos momentos, sabiendo que la adolescente perdió la vida en ese fuego cruzado?

-Esto complica todo – murmuró Patel mientras observaba la pantalla con una expresión preocupante.

-Doctora, ¿puedo preguntarle algo? – Naoli asintió con la cabeza -. Sé que puede sonar grosero, pero ¿sabe si las grabaciones fueron alteradas? – todo lo dijo en un susurro para que Chang no la escuchara.

-Hasta por lo que sepa no. Pero si desea, puedo darle las grabaciones para que las revise en su nave.

-No es necesario. Confío en usted – Sadie miró la pantalla -. ¿Acaso JK confirmó lo que acabamos de ver?

-Sí – replicó Chung fríamente -. Puedo ver que no acepta lo que acaba de presenciar. ¿Quiere favorecer al linox?

-¡Claro que no! Pero quiero saber por qué hizo eso.

-Eso se puede arreglar – y de nuevo el grupo regresó hacia donde estaba JK. A diferencia de antes, el linox no levantó su cabeza.

-¿En qué le puedo ayudar, capitana Carter?

-Acabamos de ver las grabaciones – dijo ella calmadamente -. Deseamos saber por qué intentó acceder a las minas. Y por qué atacó a los guardias en vez de entregarse voluntariamente.

-Temo que no podemos responder esas preguntas – Sadie se quedó estupefacta al ver que el linox no quería colaborar.

-No pierda su tiempo – interrumpió Chung. Los otros guardias concordaron con él -. Ni siquiera la serakiam ha convencido al linox que confiese por qué nos atacó.

Sadie le lanzó a Chung una mirada fría, logrando que el hombre se estremeciera. Después sus ojos regresaron donde el linox.

-JK, sea inteligente. ¿Acaso usted desea perder… no sé, la vida? Si no colabora…

-Esta unidad no tiene vida, capitana Carter. Si esta unidad es destruida, sus recuerdos no se perderán. Pasarán a la fuente, donde todos los otros linoxes podrán experimentar lo que esta unidad ha vivido.

Sadie arrugó el ceño y cerró su mano derecha en un puño. ¿Por qué no quería revelar sus razones de entrar en la mina? ¿Qué había allí adentro para que este quisiera entrar? Quería preguntarle eso a la doctora Naoli, pero lo más probable era que no tenía la menor idea. Y si se lo preguntaba a Chang, este definitivamente no le respondería a la capitana. La única opción que le quedaba era hablar con la presidenta Nuvia y ver si ella se dignaba a responderle. De lo contrario, tendría que buscar otro método.

La puerta de la prisión se abrió, dejando entrar a la persona que estaba pensando. Sin embargo, además de ella y su guardia personal, un muchacho los estaba acompañando. Era bien joven, teniendo casi la misma edad que Jackson.

-Carter, este muchacho que está al lado mío fue el que encontró al linox. Lo dejo para que pueda interrogarlo – la mujer de inmediato dio media vuelta para retirarse. Sadie no le dio la oportunidad, sin embargo.

-Quisiera conocer por qué el linox intentó entrar a la mina.

La mujer paró en seco, al igual que su guardia personal. Sin mirar a la capitana, ella se encogió de hombros.

-Ni la menor idea. Pregúntele eso a la máquina.

-¿Tienen algo allá adentro que atrajo al linox?

-Minerales. Yo qué sé – y sin permitir que Sadie hablara de nuevo, ella se fue. Otra vez, la capitana no le dio la oportunidad para que se fuese.

-Quisiera saber cuándo piensan ejecutar al linox.

La presidenta no se volteó, pero sí giró levemente su cabeza, dejando a Sadie ver su rostro. La mujer estaba echando chispas por sus ojos.

-Dentro de dos días – replicó ésta ásperamente -. Le recomiendo que se apure si desea salvar a su querido linox – ahora ella sí se retiró. Pronto el sonido de los tacones de sus botas desapareció.

Sadie se quedó plantada donde estaba, preguntándose qué hacer.

-Capitana, recomiendo que regresemos a la nave – sugirió Patel en voz baja.

Extrañamente, Sadie estaba de acuerdo con ella. La capitana estaba segura de que podrían conseguir más información en la Minya. También necesitaba contactarse con la flota para reportar lo que ha pasado.

-Doctora Naoli, voy a hacer todo lo posible para evitar que JK sea ejecutado.

-Tome su tiempo, capitana. Mientras tanto, seguiré en el planeta. Déjeme pasarle mi información por si necesita contactarme – Sadie asintió para después registrar en su hololog a la doctora.

-Gracias – ahora Sadie se dirigió al muchacho -. Antes de regresar a mi nave, quisiera hablar con usted.

Una hora más tarde, cuando Sadie, Patel y Jackson estaban regresando a la Minya, la capitana se estaba preguntando si existía alguna posibilidad de poder salvar a JK. Por el momento parecía que sí debía ser castigado por lo que realizó, pero aun siendo una máquina, Sadie estaba completamente en contra de que alguien fuese ejecutado. Debía haber algo que pudiese darle la razón suficiente para evitar eso.

Por J.L. Sarlat

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